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miércoles, 4 de julio de 2012

CUANDO TIEMBLAN LOS DERECHOS: EXTRACTIVISMO Y CRIMINALIZACION EN AMERICA LATINA. Capitulo CINCO. 1ra. Parte

Recopilación y edición: Cecilia Chérrez; César Padilla; Sander Otten; Maria Rosa Yumbla; Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL, www.ocmal.org); ACCIÓN ECOLÓGICA (Alejandro de Valdez N24-33 y La Gasca; Quito – Ecuador, www.accionecologica.org)
Fotografías: Sander Otten; Juan Pablo Barragán
Con el apoyo de: Broederlijk Delen; Appleton Foundation; Entrepueblos – Entrepobles; Global Greengrants Fund
(Fecha original: Quito, Ecuador - Noviembre 2011



5. UNA MIRADA A L A CRIMINALIZACION DE LA PROTESTA DESDE LA RED DE MUJERES DEFENSORAS DE DERECHOS SOCIOAMBIENTALES CONTRA LA MINERIA 

5.1 ECUADOR47
Las mujeres tenemos una forma diferente de ver el mundo
La Constitución Política del Ecuador reconoce los derechos de las mujeres y el Estado suscribe la lucha planteada por el Comité para la Eliminación de la Discriminación de las Mujeres, CEDAW, adoptada desde 1979 por las Naciones Unidas, sin embargo ese mismo Estado promueve los pro- yectos extractivistas que contribuyen a la violación de nuestros derechos, los derechos de la naturaleza, colectivos y de los pueblos.
Existe un vínculo entre la degradación ambiental y la profundización de la violencia contra las mujeres. El Estudio de las Naciones Unidas sobre todas las formas de violencia contra la mujer en 1996, señala la importancia de “responsabilizar el papel de los actores transnacionales...”, lo que incluye a petroleras, mineras, entre otras.

La actividad petrolera contamina ríos, aire y suelo. En las zonas donde hay petroleras la pobreza afecta a todas las personas, pero las mujeres son quienes padecen más los efectos de la contaminación por estar en permanente contacto con el agua al asumir las actividades de limpieza y la preparación de los alimentos. Sólo en las zonas operadas por Texaco se han registrado los índices de cáncer más altos del país (31%)48. Los casos más frecuentes corresponden a cáncer de estómago, leucemia, hígado, intestino, útero y huesos. Eso sin mencionar los problemas derivados de la incorporación de sus parejas al circuito laboral como jornaleros, o las múltiples dificultades derivadas de la carencia de servicios básicos y de salud.
En comunidades indígenas las mujeres han tomado la decisión de impedir que nuevos pozos petroleros se abran, y han logrado iniciar un camino de re-estructuración social en defensa de la cultura y de la sustentabilidad local; casos emblemáticos son las mujeres kichwas de Sarayaku, cuya comunidad habría sido sometida por las petroleras si no fuera porque sus mujeres se han mantenido en resistencia. También mujeres Huaorani en la Amazonía se han organizado y están construyendo soberanía alimentaria y energética en su territorio.
La llegada de la industria minera de gran escala, al igual que en el resto de países, aumenta la marginación, el empobrecimiento, abuso, desplazamiento, violación de los derechos territoriales, el deterioro ambiental, la destrucción de medios tradicionales de subsistencia, la discriminación y desigualdad de las mujeres campesinas e indígenas.
Las justas y legítimas reclamaciones de mujeres indígenas y campesinas han sido criminalizadas, el engaño y los procesos inconsultos con los que las empresas mineras se adueñan de nuestras tierras y medios tradicionales de subsistencia se repiten en diversos sitios del país.
La falta de medición de los impactos en la salud de las mujeres residentes en las áreas cercanas a los proyectos mineros medianos y de pequeña escala en Ecuador además de la falta de tratamiento y reparación a las mujeres en estas zonas agravan su situación. Casi siempre se habla de los impactos de la minería en el trabajador, en el ambiente pero no en la familia cuando ésta es sinónimo de la mujer; se identifica a la minería como algo eminentemente masculino aun cuando las mujeres y los niños son impactados de manera dramática por esta actividad.
En situaciones de conflictos mineros en Ecuador frecuentemente han sido mujeres las que han liderado las luchas de resistencia por las que han sido criminalizadas. Está por ejemplo el caso de Vitelia Alarcón y Nelly Carrera, dos dirigentas de Pacto, en el noroccidente del Ecuador, quienes fueron procesadas por concesionarios mineros luego de que iniciaron el proceso de denuncias sobre la minería; hubo alrededor de 40 acciones penales varias de ellas reiteradamente contra determinadas personas con liderazgo o dirigentas como sucedió con Yolanda Velásquez, acusada en 4 ocasiones.
(Acción Ecológica, 2004)
El caso de Esther Landetta
La compañera Esther Landetta, originaria de Tenguel, Provincia del Guayas, es integrante activa de la Asamblea Pro Defensa de nuestros Ríos Gala, Chico, Tenguel, Siete. En calidad de secretaria de la Asamblea denunció en noviembre del 2007 la contaminación de estos ríos y los efectos en la salud de la población a causa de la explotación minera de oro. Tras un persistente seguimiento a estas denuncias, se logró que la alcaldía de Guayaquil ordene un monitoreo a los ríos, canales, suelos y agua de pozos de la parroquia Tenguel.
El monitoreo realizado evidenció la contaminación del río Gala con metales pesados como el mercurio y el arsénico, ambos peligrosos para la salud de la población; el río Tenguel presentaba concentraciones de mercurio, arsénico y vanadio tres veces superiores a los valores permitidos. El río Siete tenía una presencia de hasta 28 veces más del valor permitido para el cobre y el arsénico y el río Chico hasta 108.2 veces de cobre. Esta contaminación está asociada con operaciones mineras desarrolladas en la Provincia del Azuay.
A partir de este informe y las acciones realizadas, Esther ha sufrido varias amenazas anónimas: • Primero de Abril del 2008: Previa a la participación en el Paro anti minero, recibe una llamada en la que le exigen que se retire o “sería eliminada ella o alguien de su familia”.
• El 27 de Junio: Una segunda llamada urge a Esther a salir inmediatamente de su casa porque se dirigían a su casa para matarla. La familia deja el lugar y desde una parte alta presencia cómo su hogar es rodeado por 10 personas armadas vestidos de camuflaje y con pasamontañas.
• El 12 de Julio: Un miembro de la banda de sicarios que opera en el lugar advierte a Esther que su vida corre peligro; a raíz de esta amenaza, ella deja su casa porque no había garantías para su retorno.
Esther Landeta, jefa de familia, tuvo que abandonar su hogar y sus hijos en medio de precarias condiciones económicas, en tanto la persona que advirtió a Esther que corría peligro fue asesinada 5 días después de que ella saliera de Tenguel. Pese a que se le otorgaron medidas de protección a Esther su integridad física y la de su familia continúan en peligro. Una vez cesadas las medidas, poco se ha hecho por sancionar a las empresas que generan contaminación sobre Tenguel y las poblaciones aledañas. (Acción Ecológica, 2008)
El caso de Gloria Chicaiza – Acción Ecológica
En septiembre del 2010, la compañera Gloria Chicaiza integrante de la organización Acción Ecológica y como tal a cargo de socializar a nivel comunitario los impactos ambientales y sociales de la minería en varias zonas del país, sufrió hostigamiento al haber sido fotografiada durante un taller realizado en el cantón Las Naves, provincia de Bolívar, y la posterior publicación de dichas fotografías en un periódico local, con acusaciones de mala fe, por pedido de la minera Curimining/ Salazar Resources S.A., de origen canadiense.
Posteriormente, en Octubre de 2010, fue acusada por la misma empresa minera de auspiciar un acto de terrorismo, sabotaje y asociación ilícita para delinquir. Este proceso continúa abierto y se suma a una serie de acciones que buscan intimidar y deslegitimar las acciones de Gloria Chicaiza en defensa de los derechos de las poblaciones que son amenazadas y afectadas por la industria minera.
Caso Nabón
Los habitantes de la comunidad de Cochapata y el cantón Nabón, en la provincia del Azuay, viven una tragedia desde que la empresa minera Explorsur S.A., perteneciente al Grupo El Juri, uno de los más grandes del Ecuador, ingresó al páramo de Shincate, para realizar explotación de minerales.
El rechazo local mediante movilizaciones de protesta contra este proyecto, por los impactos que tendrá sobre las fuentes de agua y las actividades agrícolas en las que se sostiene la economía comunitaria de la zona, derivó en un proceso judicial iniciado por la empresa el 23 de marzo de 2008 por el que acusa a siete personas de sabotaje.
Este caso, junto con otros, fue amnistiado mediante resolución de la Asamblea Constituyente el 22 de julio de 2008, sin embargo, el proceso penal contra las siete personas de Nabón continuó, hasta que el 9 de abril de 2010 la Segunda Sala de lo Penal, Colusorio y Tránsito de la Corte de Justicia de Azuay dictó una sentencia condenatoria de ocho años de reclusión para siete líderes y autoridades locales de Nabón, lo que obligó a que pasaran a la clandestinidad.
El cometimiento de esta injusticia y grave error jurídico lleva oculto el rostro de las siete esposas que han tenido que asumir toda la responsabilidad en el sostenimiento de sus familias, el trabajo agrícola, incluso la defensa política y legal de sus esposos.
Voces de mujeres, criminalización y violación
Mujeres del Sur del Ecuador nos comparten sus testimonios sobre la conflictividad minera, al leerlos nos encontramos con nosotras mismas, en las luchas cotidianas que enfrentamos como mujeres líderes y mujeres de base, encontramos los miedos y las amenazas, pero también la fortaleza que nace desde nuestra condición de mujer y nuestra capacidad de recrear la vida:
Una se levanta a las 5 de la mañana, hace el desayuno, arreglo de la casa, lavar, dar de comer a los animalitos, y encima de eso tenemos que ir a la marcha, los maridos nos critican, la gente nos critica, dicen “vean a las metidas” pero estamos contentas porque hemos tenido algunos logros, no queremos que la mina se desarrolle por los problemas que trae, nosotras aunque algunas ya estamos mayores todavía estamos duras para vivir y el agüita se toma todavía tranquilamente y limpiecita”.
Yo cuando en la mañana digo que me voy a la asamblea mi marido pregunta a qué hora vuelvo, que con quién me voy, que vuelva rápido, los hombres sufren de ese mal, pero no les queda más que dejarnos ir porque nosotras así les ayudamos a defender en la lucha” Yo tengo cuatro hijos más el marido que molesta, cuando salgo a las reuniones de madrugada para avanzar a estar tengo que levantarme a las cinco de la mañana, una no puede encargar las cosas de la casa, una misma tiene que hacer todo aunque toque hacer otras cosas afuera de la casa, ir a reuniones, salir de comisión, a las marchas o a veces a servir de testigo a los compañeros y compañeras que estaban enjuiciados, o a los que les quiere quitar la tierra la minera, quién más nos va a ayudar si entre nosotros no nos apoyamos? Quién nos va a dar todo el tiempo para los pasajes, para algún bocadito, ahí solo tenemos que amarrarnos las tripas para tener para los abogados...” Yo soy madre soltera, cuando salgo le encargo mis tres niños a mi mamá, ella sí me entiende, con ella hemos luchado juntas, mi mamá es viejita pero es la que más ha luchado, cuando va a alguna marcha o concentración que nos llaman por las minas sale dando la bendición dice que va decidida a lo que sea, nos dice a los hijos “ustedes ya están grandes pueden comer con su propia mano ya no dependen de mi”. En el 2006 cuando fuimos desde El Pangui a Chuchumbletza en marcha a pedir que la minera (Ecuacorriente) suspenda su trabajo tal como ordenó el gobierno ahí nos detuvieron, a las 12 del día nos cruzamos el río en medio de las bombas que nos disparaban los militares, tres mujeres cruzamos el río para irnos al campamento de la empresa, ya estando al otro lado del puente empezamos a ir al campamento de la minera y esperábamos que los demás compañeros crucen y vengan con nosotros como habíamos quedado, llegamos frente a la finca de don Carchiculla, ahí estaban militares, también se veía el helicóptero con militares, habían otros compañeros como Don Rodrigo Antún de Nangaritza a quien los militares le pisaron la cabeza, los militares nos gritaron que subiéramos a un carro pero nos pusimos rebeldes, no queríamos subir al carro, entonces a rodillazos nos hicieron subir, yo me acordaba que antes de cruzar el río mi mamá me decía que yo me vuelva, que se queda solo ella, pero yo le dije que vuelvo si ella regresa conmigo. Cuando ya estuvimos en el carro nos llevaron al campamento de los militares de la Ecuacorriente, nos amarraron las manos con los cordones de los zapatos de don Rodrigo Antún a él le pusieron en otro cuarto junto al de nosotras, le tiraban gas en la cara y le preguntaban quien le pagaba para que vaya a los enfrentamientos, él lloraba, le golpeaban la cabeza y el seguía llorando, le ponían polvo con gas. Un militar preguntó y ahora qué les hacemos?, el otro militar dijo “viólenlas”, eso le impresionó a otro que dijo “no les hagan nada”
Estos testimonios muestran la enorme tenacidad de las mujeres en la lucha contra la explotación minera y en la lucha cotidiana con sus familias, maridos, hijos, la comunidad. Nos muestran el grado de presión y agresión que se ejerce contra la mujer. Se lucha en la casa y fuera de ella, se pone en riesgo la vida propia y la de los hijos. Evidencian que las mujeres tenemos una forma diferente de ver el mundo, y cómo el mundo nos ve.


47. Elaborado por Gloria Chicaiza, Acción Ecológica, Ecuador
48. A nivel nacional la tasa es de 12,3%

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