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miércoles, 10 de abril de 2013

Por qué un festival de cine


Para mirarte mejor

Autoras/es: Luis Pereira (*)
Tuvo lugar en Punta del Este, del 3 al 10 de marzo de 2013, una nueva edición, la decimosexta, del Festival Internacional de Cine de Punta del Este.
(Fecha original del artículo: Abril 2013)
Un festival de cine organizado con dineros públicos, por un gobierno departamental, y con el apoyo del Instituto del Cine y el Audiovisual del Uruguay, es en sí mismo una noticia a valorar y compartir.
El Festival Internacional de Cine es parte del patrimonio de Punta del Este: seña de identidad del balneario desde su fundación en 1951. Mantenerlo es parte de la apuesta del gobierno departamental a favor de una agenda de eventos que contribuya a ampliar la oferta turística, y a la vez que implique fortalecer las oportunidades de acceso a los servicios culturales para nuestros conciudadanos.

Los festivales de cine, en el mundo, operan como ventana a la producción cinematográfica en toda su diversidad, y son por lo general la única herramienta disponible a través de la cual ver cine de procedencias no bendecidas por la mano del mercado: lo que vemos en las salas comerciales y en las pantallas de las señales de cable viene determinado por las cadenas de distribución monopólicas, que como en otras esferas, son las que terminan determinando qué vemos y formando las preferencias de los espectadores. El cine de nuestros países iberoamericanos no cuenta mayoritariamente con el favor de Hollywood, y nuestros espectadores acaban por conocer más las calles de Nueva York que las de Managua, Quito o San Salvador.
Los festivales son una toma de posición al respecto: una oportunidad de ver ese otro cine, pero además de encuentro entre realizadores, productores, distribuidores, y por lo tanto un espacio para generar nuevos proyectos entre nuestros países.
Según la investigación efectuada en 2009 por el Observatorio Universitario de Políticas Culturales (*1) un 40,9% de la población había concurrido al cine el último año, lo que sumado al 90,2% de la población que según el trabajo mira televisión entre 1 a 5 horas diarias, transforma a la producción audiovisual la más importante en porcentaje en cuanto a práctica de consumo porr parte de los uruguayos (*2).
A la vez, según mediciones del mismo año son cuatro mil los puestos de trabajo directos, repartidos entre permanentes y zafrales en el sector audiovisual, el que representa medio punto del PBI del país y un Valor Bruto de Producción de  170 millones de dólares (*3). Expresión del desarrollo del cine nacional son las cinco producciones uruguayas estrenadas este año en el Festival de Cine de Punta del Este, todas culminadas el año anterior.
Las cifras en si mismas determinan la importancia de la existencia de políticas públicas para el sector audiovisual, que es una obligación al menos en dos escenarios: el de la creación de públicos, mediante políticas de alfabetización para el consumo audiovisual, y por otro en el de generar condiciones para la producción de contenidos nacionales para las pantallas.
Al respecto y según la investigacion ya mencionada en Maldonado el 43% considera que las políticas de apoyo al cine nacional deben proseguir, un 44% opina que deben ser aumentadas, y menos de un 3% cree que debería disminuirse o eliminarse.

PRESUPUESTO PÚBLICO
Además de objetivos y declaracion de intenciones, el festival de cine de Punta del Este es presupuesto público: U$S 250.000 previstos directamente por la Intendencia Departamental de Maldonado (lo que en Maldonado significa el segundo evento en presupuesto luego del Carnaval local), más aportes del Instituto del Cine y el Audovisual del Uruguay y otras empresas publicas y privadas.
Para saber de qué hablamos: el festival de San Sevastián cuesta un entorno de 7 millones de euros (*4), bastante por encima de los U$S 1.100.000 que cuesta el BAFICI porteño (*5), y del millón doscientos mil dolares del presupuesto del Festival de Cine de Gramado (*6), en Rio Grande do Sul, Brasil.
Los festivales son en general realizados en base a prespuestos provenientes de los gobiernos. A veces directamente a través de gobiernos nacionales o provinciales, o con administracione conjuntas. En muchos casos con organismos especificamente constituidos a tales efectos.  El Festival de San Sebastián, por ejemplo, cuenta con un  60% de aporte público (*7).
Un asunto que se revela como complejo suele ser el contar con capacidades instaladas en condiciones de llevar adelante un proyecto de este tipo: mas allá de la voluntad, nuestras direcciones de cultura departamentales, cuando existen, no están habitualmente dotadas de equipos humanos en condiciones de llevar adelante proyectos que demandan alta especialización.
Por supuesto que existe la alternativa de tercerizar, o de contratar equipos específicos para tareas concretas.
Hemos transitado en Maldonado por varias experiencias,  y no nos parece descartable a priori ningún modelo de gestión.
Pero en los últimos años hemos optado por sumar a nuestros objetivos el de la construcción de capacidades de gestión local, en el ámbito departamental: es importante que un departamento que sostiene un festval de cine durante dieciseis ediciones, cuente con el personal idóneo para llevarlo adelante.
A estas preocupaciones responde el involucramiento en la gestión directa de los equipos funcionariales de la Intendencia: de la Direccion de Cultura o de Comunicaciones y Prensa, y en tareas que rebasan lo meramente admnistrativo. En esta línea el dato de que desde hace dos ediciones se cuenta en la dirección artística del festival con delegados de la Intendencia Departamental.
Esta línea de trabajo se complementa con un convenio con la Cinemateca Uruguaya, con el objetivo de resolver la producción especializada del evento. (La dirección artística es asumida por un colectivo que integra a los delegados de la Intendencia los de Cinemateca).
El festival opta, desde la novena edición en 2006, por el cine iberomericano, y por ser parte de la estrategia de desarrollo del cine nacional. Se opta por películas iberoamericanas, y por invitados e invitadas de nuestros países, entre otras cosas porque también los modelos de belleza y de maestría que se nos proponen a diario son los del primer mundo anglosajón, y sólo excepcionalmente nos identificamos con nuestros comediantes mexicanos, chilenos, gaúchos o madrileños. Hay en ello una opción por la vecindad, por la región, en términos de cercanía y de pertenencia a una misma cultura. Tenemos derecho los ciudadanos de nuestros países a vernos reflejados en la pantalla grande, y eso es parte de nuestro desarrollo cultural.
En un país como Uruguay, con una industria cinematográfica en desarrollo, eventos de este tipo son también una plataforma para nuestro cine. Lo que impacta naturalmente en el mediano plazo, en términos de construcción simbólica: vernos en la pantalla y no ser meros espectadores de historias de otros. Y en términos de empleo, en los diferentes oficios vinculados a la creación de películas.
Para aquilar la dimensión del festival, que no se trató solo de ver películas, quizás sea pertinente señalar algunas de sus actividades. Ocho dias de programación en cuatro salas, dos de ellas no convencionales, cinco espacios itinerantes en barrios y localidades del departamento, más de cuarenta películas de 25 países, once de ellas en competencia latinoamericana, y diez seleccionadas de una convocatoria pública a la que se presentaron más de cien cintas.
Se inauguró este año la entrada libre a la principal sala del festival, la Cantegril, lo que redundó en un sustantivo aumento del público: más de cinco mil asistentes considerando sólo la sala principal (trescientas personas asistieron a cada función, promedialmente, en la Sala Cantegri en las dos funciones de horario central). 
Además del Jurado Oficial de la competencia se instaló por primera vez un Jurado Joven. Maldonado estuvo representado en ese jurado, pero además a través de un cortometraje exhibido en la jornada de apertura (*8) y de una Muestra de Cine Experimental financiada en su momento por los fondos concursables departamentales PROCULTURA.
Se celebró en paralelo la cuarta edición del Work in Progress, competencia para e cine uruguayo en construccion, proyecto patrocinado por el ICAU.
Y entre las novedades de la programación, una a destacar fue la inclusión por primera vez de un segmento de festival para los más chicos, a través de una selección del Ojo al Piojo, festival de cortometrajes de Rosario (Argentina), que llegó a los espacios no convencionales pero tambien a las aulas de las escuelas del departamento en exhibiciones especiales (*9).
Los festivales tienen otra dimensión, más glamorosa , de revistas del corazón, que también es imporante no descuidar: esta edición contó con unos sesenta invitados, comprendiendo directores, actores, productores y distribuidores, alguna presencia estelar, más prensa acreditada de cuatro países (veinte periodistas visitantes más la prensa del departamento).

PREGUNTAS
Si el Festival es parte de la estrategia nacional en aras del desarrollo del cine uruguayo, una pregunte legítima sería: ¿qué tiene que ver todo esto con las obligaciones de un gobierno departamental? ¿No es al gobierno nacional, al MEC, al ICAU, a quienes corresponde velar por el desarrollo del cine nacional?
Desde el gobierno departamental hemos sostenido reiteradas veces que Maldonado no es un mundo aparte, y a través de muchas políticas hemos indicado nuestra voluntad a favor de un departamento con mejores condiciones de vida para todos sus habitantes. Mejores condiciones de vida quiere decir también inclusión social, oportunidades de acceso a los bienes culturales para todos y todas, ejercicio de los derechos culturales. Y quiere decir responsabilidad para con las políticas nacionales.
No hay una frontera que divida el Uruguay en el Peaje Solis, y el desarrollo nacional será posible en la medida en que más y mejores complementaciones existan entre los tres niveles de gobierno: nacional, departamental y municipal.
Se trata de objetivos que entendemos son indelegables y obligan al gobierno departamental: de ahí nuestro compromiso para hacer posible el festival, para su continuidad y sustentabilidad.
Un destino turístico como Maldonado necesita además ampliar su oferta más allá del sol y playa, y la oferta cultural suele ser una poderosa complementación posible: una agenda de eventos de alta visibilidad, internacionales, y de calidad, junto a circuitos permanentes durante todo el año son herramientas pertinentes. En ese sentido, programar el festival en marzo, una vez culminada la alta temporada, es una apuesta consistente en esa dirección, y no solo a la ampliación de la temporada, sino a favorecer la asistencia al festival de nuestro público local.
Finalmente, el Festival Internacional de Cine de Punta del Este es parte de la política cultural del gobierno departamental de Maldonado. Políticas que tienen como objetivo principal contribuir a la construcción de ciudadanía, a la dignificación de ciudadanos y ciudadanas, a la reconstrucción del tejido social, a la construcción de mejores condiciones de convivencia en términos de equidad e inclusión social: el efectivo ejercicio de los derechos culturales.
Y garantizar el ejercicio de los derechos culturales requiere de estrategias orientadas a asegurar el acceso universal a los bienes y servicios culturales: determina la necesidad de políticas que aseguren el funcionamiento de programas y proyectos culturales al alcance, en términos de proximidad y condiciones de acceso, para todos los ciudadanos y ciudadanas del departamento.
Se trata simplemente de hacer desde el estado lo que el estado tiene que hacer para la cultura: y no hacerlo exclusivamente para las élites ya satisfechas: asegurar el derecho a una canasta cultural básica para todos los ciudadanos y ciudadanas de este departamento, en línea con los esfuerzos que en la misma dirección lleva adelante el gobierno nacional.
Por supuesto, eventos como este festival no serían explicables, y es más, serían una contradicción si no se complementaran con las restantes acciones de la Dirección de Cultura en el territorio. Conciertos de bandoneón, talleres de violín, danza contemporánea, tango, talleres de cine o de literatura, poetas y narradores, más un largo etcétera: eventos grandes, medianos y pequeños, conciertos para la emoción y oportunidades para el aprendizaje o la reflexión, y en el propio festival la incorporación de nuevas salas y las pantallas itinerantes, son expresión de una política cultural orientada a garantizar los derechos ciudadanos.

NOTAS
*1  Imaginarios y Consumo Cultural, segundo informe sobre Consumo y Comportamiento Cultural, Uruguay 2009. Susana Dominzain, Sandra Rapetti y Rosario Radakovich.

* 2 No consideramos acá el 61% que en la mencionada investigación declaraba en 2009 haber usado Internet npara actividades culturales el último año, pero parece obvio que cualquier estudio demostraría hoy el mayor uso del consumo audovisual en red.
*3   http://icau.mec.gub.uy/innovaportal/v/4719/3/mecweb/que_es?breadid=null&3colid=4701
* 4 http://cultura.elpais.com/cultura/2012/09/20/actualidad/1348169142_503872.html
* 5    http://www.otroscines.com/noticias_detalle.php?idnota=6291
* 6 http://www.correiodopovo.com.br/ArteAgenda/?Noticia=452880
* 7 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, Teresa Flao Monfort, en Gestión Cultural, estudios de caso,  Ariel, 2008
*8 Las calles de mi ciudad de Lucía Salazar, ganadora de la 30º edición del concurso George Meliès.
*9 Además una sección de homenajes, a Ferruccio Musitelli, Gerard Philipe y Hugo Rocha, dos mesas de crítica cinematográfica, y la proyección de los recitales de Olodum, La 33 Salsa, Molotov y Bajofondo en convenio con TV Ciudad.

(*) Director de Programación Cultural Intendencia Departamental de Maldonado. Uruguay
luispereira@maldonado.gub.uy

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