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martes, 2 de febrero de 2016

Las mujeres podrían paralizar el mundo si quisieran

Autoras/es: Osvaldo Buscaya
Las mujeres podrían paralizar el mundo si quisieran, si consideraran que la derecha y la izquierda es un área estricta del perverso patriarcado irresoluble y ambiguo sexual que, en la base de la nueva estructura social establece pactos con sus alas de la derecha y de la izquierda para facilitar la hipócrita inclusión social, con su metodología de situaciones localizadas de fuertes crisis financieras emergiendo dos áreas, China e India, que se adscriben con los "tigres asiáticos" y el mundo ex soviético; éste último ex ala izquierda del perverso patriarcado global.
(Fecha original del artículo: Enero 2016)



El feminismo debe considerar que, la necesidad de reglamentar la actividad laboral con base en los Derechos Humanos, relacionado con las materias de Derecho Penal, Sociología General y Derecho Constitucional con el argumento de que el grupo social conformado por las denominadas "trabajadoras del trabajo casi siempre invisible y casi nunca recompensado que cumplen en los hogares, en una megalópolis norteamericana o en una aldehuela africana" se hallarían "desamparadas" de la legislación demostrando la prepotencia perversa de la sociedad patriarcal, que debe ser interrelacionada con el entorno que conforman. Es decir que la perversa civilización patriarcal, adaptándose a los tiempos, "recrearía", el trabajo casi siempre invisible y casi nunca recompensado que cumplen en los hogares, en una megalópolis norteamericana o en una aldehuela africana, impuesta como un acto "religioso".
Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
02-01-2016
Buenos Aires
Argentina
Osvaldo Buscaya (Bya)
(Psicoanalítico)
Femeninología
Lo femenino es el camino
femeninologia@yahoo.com.ar

Por qué las mujeres podrían paralizar el mundo si quisieran

22 de diciembre de 2015
Imagina que las mujeres del mundo se declararan en huelga. Todas. Que por un día se negaran a realizar tareas domésticas, a cuidar de los niños y los ancianos. ¿Una catástrofe? Probablemente, pero quizás sería la única manera de demostrar la importancia del trabajo casi siempre invisible y casi nunca recompensado que cumplen en los hogares, en una megalópolis norteamericana o en una aldehuela africana.
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Solo en México el trabajo no remunerado de las mujeres equivale a cerca del 20 por ciento del PIB (El Universal)
El llamado a una huelga de mujeres sonará sin dudas sacrílego a los machistas irremediables. Sin embargo, esa amenaza revela una simple cuestión de justicia. Porque ellas siguen cargando con el mayor peso de la reproducción social –que no solo se refiere a la maternidad, por cierto—y reciben a cambio de ese esfuerzo las migajas de la riqueza producida.
Laboriosas y holgazanes
Poco importa la geografía: las mujeres realizan una cantidad desproporcionada de trabajo no remunerado. Tres de cada cuatro horas empleadas, según datos de Naciones Unidas, en labores como cocinar, limpiar, acarrear agua y combustible. Además, se ocupan de los niños, atienden a los enfermos y cuidan a las personas de edad avanzada.
En Estados Unidos, por ejemplo, ellas efectúan dos tercios de los quehaceres hogareños. Y no solo los cumplen con sus manos, sino también los planifican y coordinan la participación de la familia... cuando los demás colaboran. A juzgar por las cifras históricas, las estadounidenses de hoy deberían considerarse afortunadas: medio siglo atrás los hombres trabajaban dos veces menos en casa.
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El envejecimiento poblacional aumentará la carga de trabajo sobre las mujeres (AFP)
Reportes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revelan que la tendencia atraviesa las naciones desarrolladas, donde la equidad entre hombres y mujeres ha alcanzado las notas más altas. Como promedio las mexicanas dedican alrededor de 280 minutos diarios al trabajo doméstico (sin incluir el cuidado de otros miembros de la familia), frente a solo 75 minutos sus compañeros. Pero los reyes de la holgazanería son los asiáticos: los japoneses "consagran" ocho veces menos tiempo que las niponas a esas tareas, mientras los coreanos del sur ofrecen apenas 21 minutos al día, seis veces menos que sus coterráneas.  
Sin embargo, cuando observamos el tiempo gastado en actividades deportivas o entretenimiento... Ellos siempre encuentran un momento para sentarse frente al televisor o salir a jugar con sus amigos. ¿Un cliché feminista? No, las estadísticas de la OCDE confirman ese lugar común: como promedio en esos 34 países los varones disponen de 1,2 veces más tiempo que las mujeres para divertirse.
Siempre ha sido así. Hay "tareas femeninas" y "tareas masculinas". Cada cual cumple su función en la sociedad. ¿Por qué cambiar ese orden establecido desde épocas inmemoriales? Y un etcétera de buenas razones para justificar la desigualdad. Antes de dejarse convencer, una pregunta: ¿los hombres aceptarían ejecutar sus importantes trabajos fuera del hogar sin recibir un salario?
Las actividades domésticas son tan o más cruciales que los empleos en cualquier sector económico. Si nadie las efectuara las sociedades caerían en un caos inmediato. No exagero. Pero a ellas nadie les paga por sostener el ritmo de la humanidad sobre sus brazos. Y cuando reciben un salario por trabajar fuera de casa, con frecuencia es menor al de sus colegas.
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Las mujeres tienen más probabilidades de ser empleadas en puestos más vulnerables y peor pagados (EFE)
Trabajar más, ganar menos
No redescubriremos el "agua tibia". Tampoco se necesita un doctorado en sociología para saber que las mujeres por lo general ganan menos que los hombres, a pesar de todas las leyes sobre la equidad salarial. En América Latina ellas reciben 19 por ciento menos que sus colegas varones. En el Reino Unido, donde la diferencia ronda el 14 por ciento como promedio, el abismo crece hasta 55 por ciento cuando se considera la franja superior los asalariados.
Si sumamos las horas remuneradas al tiempo dedicado a las labores domésticas, entonces la desigualdad precisa de adjetivos superlativos. ¿Vergonzosa, indignante, inmoral...?
Para reducir el desequilibrio, Naciones Unidas recomienda incrementar las licencias parentales pagadas, anima a los hombres a asumir una mayor proporción de los quehaceres en el hogar y llama a asegurarse de que el salario se corresponda con el trabajo realizado, sin importar el sexo. 
Tímidas recomendaciones que por desgracia muy pocos escucharán.

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