Autor del Interruptus: MGM*
Sábado 15.10 horas, la estación Loria de la línea A estaba huérfana de pasajeros cuando, en el andén que apuntaba a Carabobo, entró Herminia con sus veinticuatro años “temblando de cariño”, como diría el tango. En el mismo andén, como distraído un tipo anciano, de barba canosa y luciendo un gorro ridículo para su edad. Hasta el kiosco de diarios y revistas estaba cerrado. En el andén de enfrente una mujer sola, con bolsas y bolsones a destajo, quizá en busca de la visita a sus hijos para ver a los nietos que “son una fiesta para la vida”, exageraba cuando le preguntaban.
Sábado 15.10 horas, la estación Loria de la línea A estaba huérfana de pasajeros cuando, en el andén que apuntaba a Carabobo, entró Herminia con sus veinticuatro años “temblando de cariño”, como diría el tango. En el mismo andén, como distraído un tipo anciano, de barba canosa y luciendo un gorro ridículo para su edad. Hasta el kiosco de diarios y revistas estaba cerrado. En el andén de enfrente una mujer sola, con bolsas y bolsones a destajo, quizá en busca de la visita a sus hijos para ver a los nietos que “son una fiesta para la vida”, exageraba cuando le preguntaban.
La
mugre de la estación era casi insoportable por lo cual Herminia prefirió quedarse
parada esperando el subte; ni siquiera quiso abrir el libro que venía leyendo.
Casi
vacío llegó el tren, bajaron dos y subió solamente el anciano impresentable.
Herminia quedó en el andén pero parecía estar ajena a la llegada y partida de
los trenes. A los 18 minutos llegó otro y Herminia repitió esa actitud de
ausencia y de poner cara de estar en el lugar equivocado.
Ya
eran casi las cuatro de la tarde cuando llegó otra formación de vagones, del
primer vagón bajó un muchacho con un bolso azul muy ordinario, se encaminó a
los molinetes para salir, se le cayó un papel de sus manos pero, sin recogerlo,
salió hacia la calle.
Herminia
recogió el papel, lo leyó, sacó un celular y comenzó una larga charla …
* El autor del cuento prefiere preservar su anonimato
Porque como dice Gianni Rodari a modo de lema y en relación al valor
de liberación que puede tener la palabra:
“El uso total de la palabra para todos... no para que todos sean artistas... sino para que nadie sea esclavo” Es que les estamos proponiendo a continuación una serie de pequeñas experiencias a modo de concursos: CUENTOS DE FINAL ABIERTO Nuestros lectores podrán ejercitar el placer de “cerrar” este segundo relato de acuerdo a su imaginación. Les brindamos en este caso un cuento con final abierto y, luego de leerlo deben escribir, si así lo desean, el final que entiendan más atractivo.
¡ A escribir !
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* El autor del cuento prefiere preservar su anonimato
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