En Pizarras y Pizarrones hemos desarrollado un trabajo de campo cuyo objetivo es analizar las preferencias en lecto-escritura de nuestros lectores, así como las nuevas formas de enseñanza y aprendizaje. Les hemos pedido su colaboración para completar una pequeña encuesta anónima que como máximo les insumiría 10 minutos. Agradecemos su participación! La encuesta cerró el 31-08-17 y en unos pocos días publicaremos sus resultados...

viernes, 15 de diciembre de 2017

El racismo de la inteligencia. Pierre Bourdieu

Autoras/es: Pierre Bourdieu
El racismo de la inteligencia1 es el título de una obra de Pierre Bourdieu, donde denuncia a las clases dominantes, las burguesas, que imponen su cultura al resto, sintiendo sus valores como superiores, y dignos y necesarios de reproducir, con el objetivo de justificar un orden social donde ellos ocupan las jerarquías, argumentando que esa posición es merecida, en base a títulos que consideran incuestionable prueba de superioridad intelectual.
(Fecha original del artículo: Mayo 1978)


Quisiera decir, en primer lugar, que hay que tener presen­te que no hay un racismo, sino racismos: hay tantos racismos como grupos que tienen la necesidad de justificarse por exis­tir como existen, constituyendo esto la función invariante de los racismos.
Me parece muy importante centrar el análisis en las formas de racismo que son sin duda las más sutiles, las más irreconocibles y, por tanto, las menos denunciadas, quizá porque los denunciadores habituales del racismo poseen algunas de las propiedades que inclinan a esta forma de racismo. Me refiero al racismo de la inteligencia. El racismo de la inteligencia es un racismo de clase dominante que se distingue por una mul­titud de propiedades de lo que se designa habitualmente como racismo, es decir, el racismo pequeñoburgués, que constituye el objetivo central de la mayoría de las críticas clásicas del ra­cismo, empezando por las más vigorosas, como la de Sartre.
Este racismo es propio de una clase dominante cuya re­producción depende, en parte, de la transmisión del capital cul­tural, capital heredado que tiene la propiedad de ser un capi­tal incorporado y, por tanto, aparentemente natural, innato. El racismo de la inteligencia es lo que utilizan los dominan­tes con el fin de producir una «teodicea de su propio privile­gio», como dice Weber, es decir, una justificación del orden social que dominan. Es lo que hace que los dominantes se sien­tan justificados de existir como dominantes, que se sientan de una esencia superior. Todo racismo es un esencialismo y el racismo de la inteligencia es la forma de sociodicea carac­terística de una clase dominante cuyo poder se basa en parte en la posesión de títulos que, como los títulos escolares, se consideran garantía de inteligencia y que han suplantado en muchas sociedades, incluso para el acceso a las posiciones de poder económico, a los antiguos títulos, tales como los títu­los de propiedad o los títulos nobiliarios.
Asimismo, este racismo le debe algunas de sus propie­dades al hecho de que, habiéndose reforzado las censuras res­pecto a las formas de expresión burdas y brutales del racis­mo, la pulsión racista ya sólo pueda expresarse en formas muy eufemizadas y tras la máscara de la negación (en el sen­tido del psicoanálisis): el GRECE sostiene un discurso en el que dice el racismo, pero de una manera tal que no lo dice. Así, llevado a un grado muy alto de eufemización, el racis­mo se hace casi irreconocible.2 Los nuevos racistas se ven ante un problema de optimización: o bien aumentar el con­tenido de racismo declarado del discurso (afirmándose, por ejemplo, a favor del eugenismo), pero arriesgándose a cho­car y a perder en posibilidad de comunicación, de transmi­sión, o bien aceptar decir poco y de una forma muy eufemizada, en conformidad con las normas de censura en vigor (hablando, por ejemplo, en estilo genético o ecológico) y au­mentar así las probabilidades de «colar» el mensaje hacién­dolo pasar inadvertido.
El modo de eufemización más extendido en la actualidad es evidentemente la cientifización aparente del discurso. Si se recurre al discurso científico para justificar el racismo de la inteligencia no es únicamente porque la ciencia representa la forma dominante del discurso legítimo; es también y sobre todo porque un poder que se cree fundamentado en la cien­cia, un poder de tipo tecnocrático, le exige naturalmente a la ciencia fundamentar el poder; cuando la inteligencia es lo que legitima para gobernar, el gobierno se pretende fundamenta­do en la ciencia y en la competencia «científica» de los go­bernantes (basta con pensar en el papel de las ciencias en la selección escolar, donde las matemáticas se han convertido en la medida de toda inteligencia). La ciencia tiene intereses co­munes con lo que se le pide justificar.
Dicho esto, pienso que hay que rechazar pura y simple­mente el problema, en el que se han dejado encerrar los psicó­logos, de los fundamentos biológicos o sociales de la «inteli­gencia». Y, más que intentar zanjar científicamente la cuestión, tratar de hacer la ciencia de la propia cuestión; intentar anali­zar las condiciones sociales de la aparición de este tipo de in­terrogación y del racismo de clase que introduce. En reali­dad, el discurso del GRECE no es sino la forma límite de los discursos que sostienen desde hace años algunas asociaciones de antiguos alumnos de las escuelas de élite, declaraciones de jefes que se sienten autorizados por su «inteligencia» y que dominan una sociedad basada en una discriminación a base de «inteligencia», es decir, basada en lo que mide el sistema es­colar con el nombre de inteligencia. La inteligencia es lo que miden los tests de inteligencia, es decir, lo que mide el siste­ma escolar. Esta es la primera y la última palabra de un deba­te que no puede zanjarse mientras se permanezca en el ámbi­to de la psicología, porque la propia psicología (o, al menos, los tests de inteligencia) es producto de las determinaciones sociales que constituyen el principio del racismo de la inteli­gencia, racismo propio de «élites» vinculadas a la elección es­colar, propio de una clase dominante que obtiene su legitimi­dad de los clasamientos [classements] escolares.
El clasamiento [classement] escolar es un clasamiento [classement] social eufemizado y, por tanto, naturalizado, absolutizado, un clasamiento [classement] social que ya ha sufrido una censura, por tanto una alquimia, una transmutación que tien­de a transformar las diferencias de clase en diferencias de «in­teligencia», de «don», es decir, en diferencias de naturaleza. Nunca las religiones lo habían hecho tan bien. El clasamiento [classement] escolar es una discriminación social legitimada y que recibe la sanción de la ciencia. Es aquí donde se encuentra la psicología con el refuerzo que le ha proporcionado desde sus orígenes al funcionamiento del sistema escolar. La aparición de tests de inteligencia como el test de Binet-Simon está vincula­da a la llegada al sistema de enseñanza, con la escolarización obligatoria, de alumnos con los que el sistema escolar no sabía qué hacer porque no estaban «predispuestos», «dotados», es de­cir, dotados por su medio familiar de las predisposiciones que presupone el funcionamiento habitual del sistema escolar: un capital cultural y una buena voluntad respecto a las sanciones escolares. Estos tests que miden la predisposición social exigi­da por la escuela -de ahí su valor predictivo de los éxitos es­colares- están bien hechos para legitimar de antemano los ve­redictos escolares que los legitiman.
¿Por qué esta recrudescencia en la actualidad del racismo de la inteligencia? Quizá porque numerosos docentes, inte­lectuales -que han sufrido de lleno las repercusiones de la crisis del sistema de enseñanza- están más inclinados a ex­presar o dejar expresarse en formas más brutales lo que hasta ahora no era sino un elitismo de buena sociedad (quiero decir de buenos alumnos). Pero también hay que preguntarse por qué ha aumentado también la pulsión que conduce al racismo de la inteligencia. Pienso que ello se debe, en gran medida, al hecho de que el sistema escolar se ha visto enfrentado en fe­chas recientes a problemas relativamente sin precedentes con la irrupción de personas desprovistas de las predisposiciones socialmente constituidas que tácitamente exige; especialmen­te de personas que, por su número, devalúan los títulos esco­lares y devalúan incluso los puestos que van a ocupar gracias a esos títulos. De ahí el sueño, ya realizado en ciertos ámbitos como la medicina, del numeras clausus. Todos los racismos se parecen. El numerus clausus es un tipo de medida proteccio­nista análoga al control de la inmigración, una respuesta contra la aglomeración suscitada por el fantasma del número, de la invasión por el número.
Siempre estamos dispuestos a estigmatizar al estigmatizador, a denunciar el racismo elemental, «vulgar», del resenti­miento pequeñoburgués. Pero es demasiado fácil. Debemos ju­gar a los cazadores cazados y preguntarnos cuál es la contribución que aportan los intelectuales al racismo de la in­teligencia. Habría que estudiar el papel de los médicos en la medicalización, es decir, en la naturalización de las diferen­cias sociales, de los estigmas sociales, así como el papel de los psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas en la producción de eu­femismos que permiten designar a los hijos de subproletarios o de inmigrantes de una manera tal que los casos sociales se convierten en casos psicológicos, las deficiencias sociales en deficiencias mentales, etc. En otras palabras, habría que anali­zar todas las formas de legitimación de segundo orden que du­plican la legitimación escolar como discriminación legítima, sin olvidar los discursos de aspecto científico, el discurso psicoló­gico, así como las afirmaciones mismas que nosotros hacemos.3



NOTAS

* (Epígrafe 21 del libro Cuestiones de Sociología, 1999, Editorial Istmo, Madrid). El traductor ha optado por traducir Classement como “clasamiento”, solamente quisiéramos subrayar que la palabra en francés también significa clasificación (en el doble sentido del término, lingüístico y social).

1   Intervención en el Coloquio del MRAP en mayo de 1978, publicada en Cahiers Droit et liberté (Races, sociétés et aptitudes: apports et limites de la science), núm. 382, pp. 67-71.

2  «Méconnuhsable»: término que significa habitualmente «irreconocible», pero que viene de méconnaitre, «desconocer», «no reconocer». Bourdieu subraya la palabra para subrayar su parentesco con la méconnaissance, con el des-conocimiento, término muy utilizado por el autor para subrayar una dimensión esencia] de las sociedades: la negación de intereses, coaccio­nes, etc., que resulta imprescindible para el mantenimiento de la legitimidad de instituciones, grupos o agentes y que suele ser fruto, como la represión freudiana, de un trabajo continuo de ocultamiento, de negación (N. del T-). 262

3  Se pueden encontrar desarrollos complementarios en P. Bourdieu, «Classement, déclassement, reclassement», Actes de la recherche en sciences sociales, núm. 24, noviembre 1978, pp. 2-22.

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martes, 5 de diciembre de 2017

Por la deficiente educación secundaria hay menos ingenieros

Según los profesionales, la desindustrialización y la mala formación básica en matemática, física y química, hacen que se estudie menos ingeniería.
Autoras/es: Clarín
Según los datos que aporta el el Consejo Profesional de Ingeniería Civil (CPIC) existe una carencia notable de ingenieros de entre 25 a 45 años. En base a consultas realizadas a los responsables de la carrera de Ingeniería Civil de distintas universidades, las principales razones por las que disminuyó la cantidad de alumnos estarían relacionadas con la desindustrialización del país y el desprestigio que cobraron las carreras técnicas en la sociedad durante la década del ’90.
“Posiblemente estamos viviendo en la era de la post verdad, donde las carreras humanísticas prevalecen frente a las ciencias exactas, la visión emocional frente a la racional. A la ingeniería se la ve como una carrera difícil y no se contempla su excelente salida laboral”, explica el Ing. Civil Victorio Santiago Díaz, gerente del CPIC y con amplia trayectoria en la docencia.

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domingo, 3 de diciembre de 2017

“Y LA BANDA SIGUIÓ TOCANDO”. Película completa

Directoras/es: Roger Spottiswoode, con comentarios de Stella Maris Torre
El lazo rojo es un símbolo de solidaridad
hacia las personas
VIH positivo y aquellos que
viven con sida.
1
Con motivo del Día Internacional de Lucha contra el Sida nos acordamos de una deuda pendiente: hace seis años publicábamos un excelente análisis de este film realizado por una profesional médica de la Pcia. de Bs. As.; a través de estos años muchos lectores nos solicitaron ver la película, y recién ahora podemos cumplir!!
El deseo de Pizarras y Pizarrones hacia uds., más que "disfrutar" del film, es alcanzarles una muy poderosa herramienta para darle pelea al VIH/SIDA, un medio donde el arte se funde con la investigación, el sanitarismo, la educación.
Entre su descubrimiento y el 2014 el sida ha causado un estimado de 39 millones muertes en todo el mundo (2). La enfermedad está lejos aún de ser erradicada, pero en 25 años no poco se ha logrado:  si bien no hay ninguna cura o vacuna, el diagnóstico temprano y el tratamiento antirretroviral puede retrasar el curso de la enfermedad  llevando a una expectativa de vida cercana a la normal (3) (4).
Obviamente la salud de la población se entrecruza con las políticas puestas en práctica por cada gobierno para cada capa social. Y sabemos que los  países centrales tienen, digamos, una "doble moral" al respecto, con lo cual nuestra esperanza de vida depende del lugar del mundo donde estemos y del nivel de vida en el que nos hemos vistos colocados. Pero bue, esto ya sería motivo de una reflexión más amplia.
Los dejamos con la peli...
(Fecha original del film: 1993)
  Notas:
1. «World AIDS Day»World Health Organization. Consultado el 16 de junio de 2015.
2. «Basic Statistics»CDC. 3 de noviembre de 2015. Consultado el 11 de febrero de 2016.
3. «About HIV/AIDS»CDC. 6 de diciembre de 2015. Consultado el 11 de febrero de 2016.
4. UNAIDS (18 de mayo de 2012). «The quest for an HIV vaccine»

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jueves, 30 de noviembre de 2017

Problemas de la visión

Autoras/es: Constanza Longarte Especial para LA NACION LINE
Miopía, hipermetropía y astigmatismo son los defectos en los ojos más comunes del ser humano; las bondades de la cirugía con láser.
(Fecha original del artículo: Octubre 2004)
A no preocuparse. No ver el número del colectivo aunque esté a pocos metros de la parada o sufrir con los subtítulos de las películas extranjeras es un problema de muchos. De hecho, cerca del 10% de la población padece alguno de los denominados vicios de la refracción –miopía, hipermetropía y astigmatismo-, el defecto visual más común de los seres humanos.

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¿Realmente nunca es tarde para aprender?

Autoras/es: Clemency Burton-Hill para BBC
(Fecha original del artículo: Julio 2014)
Dicen que la juventud se desperdicia en los jóvenes.
Cuando miro hacia atrás y recuerdo cómo peleé para no tomar clases de piano y lo rápido que me di por vencida, la rabia me carcome por dentro. ¿Por qué, por qué no practiqué cuando tuve la oportunidad?
Piano
¿Y por qué me encuentro en mis treinta años sufriendo la mortificación de aprender a tocar el piano nuevamente, sintiéndome miserable al escuchar la diferencia entre cómo quiero que algo suene y lo que sucede cuando toco?
El único consuelo es saber que no estoy sola. El editor del diario británico The Guardian, Alan Rusbridger, escribió recientemente el hermoso libro "Tócalo de nuevo: un aficionado contra lo imposible" en el que explora el año que pasó aprendiendo a interpretar la balada No. 1 de Chopin, a la edad de 56 años.
Derechos de autor de la imagenTHINKSTOCK

Y él es apenas uno de los muchos prominentes pianistas aficionados, incluido el actor Simon Russell Beale y al exministro británico del Tesoro Ed Balls, a quienes los persuadieron para que tocaran Kinderszenen de Schumann (Escenas de la niñez) en un concierto en vivo en Londres, el año pasado.

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miércoles, 29 de noviembre de 2017

"La última cena" (1995). Película completa

Autoras/es: Stacy Title, con comentarios de Stella Maris Torre
En esta comedia negra escrita por Dan Rosen y dirigida por Stacy Title en 1995, cinco universitarios “de izquierda” satisfechos de sí mismos y de sus ideologías, se reúnen cada domingo en una cena para discutir aspectos sociales en los que siempre están de acuerdo.
Su hábito es invitar a estas cenas a un pensador ajeno a sus ideas para remover la conversación y discutir sobre la vida, el universo y todo lo demás. 
Una noche, uno de ellos trae a cenar a la persona que lo ha recogida después de que su auto se estropeara. Esta persona resulta ser un fanático conservador y las cosas se desbordarán imprevisiblemente.
Después de procesar el trauma, el grupo decide convertirlo en una costumbre: traerán a una persona “de derecha” e intentarán convencerla de que sus opiniones son erróneas. Si el huésped persiste defendiendo sus ideas, le esperará el mismo destino que a aquel “extraño” invitado.

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lunes, 27 de noviembre de 2017

viernes, 24 de noviembre de 2017

THE PROBLEM WITH APU

Autoras/es: Stella Maris Torre
Apu Nahasapeemapetilon nos ha traído grandes momentos de diversión. Pero ahora el cómico estadounidense Hari Kondaboulu critica los «tópicos» que representa este personaje de la serie animada "Los Simpson". Y esta semana estrena un documental en el que asegura que Apu daña la imagen de los indios al caer en el cliché.
(Fecha original del artículo: Noviembre 2017)

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miércoles, 15 de noviembre de 2017

El cine cristiano: la industria más rentable de Hollywood

Autoras/es: Juan Sanguino* para Vanity Fair
Fotograma de 'La cabaña', uno de los emblemas 
más recientes del cine cristiano, protagonizada 
por Sam Worthington y Octavia Spencer. D. R.
'La cabaña', con Sam Worthington y Octavia Spencer, es uno de los últimos exponentes de un negocio cinematográfico floreciente: las películas religiosas. Así funciona este desconocido mercado.
"Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."
(Lucas, 16:13)
(Fecha original del artículo: Octubre 2017)


Un hombre que acaba de sufrir una tragedia familiar (Sam Worthington) recibe una misteriosa carta que le invita a una cabaña en medio del bosque. Allí le espera Dios (Octavia Spencer) para conversar sobre la fe, el dolor y la esperanza. Este es el argumento de una película de verdad. Se llama La cabaña, costó 20 millones de dólares (ha recaudado 100) y lleva dos semanas estrenada en España, pero si no te has enterado es porque no eres su público objetivo: el denominado "cine cristiano" lleva una década generando beneficios millonarios sin que nadie le preste atención. Hasta hoy. Sony ha fundado una subdivisión dedicada exclusivamente a producir películas cristianas.
La palabra de Dios y la palabra de Hollywood son tradicionalmente antagonistas. En el siglo XVII la linterna mágica (un juego de luces y sombras, considerado el antecedente del cinematógrafo, que proyectaba imágenes en movimiento en la pared) era empleada en congregaciones religiosas para recrear historias bíblicas. Posteriormente, los misioneros en África utilizaron la linterna mágica para enseñarles a los nativos (mediante lo que esos nativos consideraban magia) las bondades del cristianismo. Solo 15 años después de la invención del cine, en 1910, el reverendo Herbert Jump publicó un tratado con el título de Las posibilidades religiosas de las películas. Pero la propuesta no cuajó y en 1913 la mayoría de estados norteamericanos prohibieron la construcción de cines a menos de 60 metros de las iglesias. Lejos de aliarse, las parroquias consideraron que Hollywood representaba un vellocino de oro que promovía la codicia, la lujuria y, esencialmente, todos los pecados capitales a la vez.
"El cine ha contribuido más a mi vida espiritual que la iglesia"escribió John Updike. "Mis ideas respecto a la fama, el éxito y la belleza se originan en la gran pantalla. Mientras que la religión está retrocediendo en todos los territorios y perdiendo más y más influencia, las películas han llenado ese vacío y los proporcionan mitos e imágenes", dijo. Updike describió así el germen de la rivalidad entre la industria del cine y el cristianismo: Hollywood nos ofreció un nuevo lugar de peregrinación, las reuniones sociales dejaron de congregarse en las iglesias los domingos para hacerlo en los cines los viernes y, lo más pernicioso, las películas proponían un nuevo sistema de valores. El público del siglo XX ya no medía su existencia mediante la religión, sino mediante la cultura pop. Las estrellas de Hollywood eran veneradas como dioses, una práctica politeísta y pagana.
Hollywood y la religión siguieron sin hablarse hasta 2003, cuando apareció un mesías cultural que supo emplear la magia del cine para predicar la religión. Alex Kendrick (pastor de la Iglesia baptista de Sherwood en Albany, Georgia) recolectó 20000 dólares en donaciones y, con ayuda de voluntarios, escribió, dirigió, produjo, protagonizó, editó, compuso la banda sonora y diseñó la fotografía de Flywheel. La película se centraba en uno de los bastiones culturales de la América más chocarrera (el vendedor de coches usados) que se arrepentía de sus trucos estafadores y abrazaba la fe cristiana. Todo le iba mucho mejor a partir de esa conversión. Flywheel vendió medio millón de dvds y permitió la fundación de la productora cristiana Sherwood Pictures, la empresa de cine independiente más exitosa del siglo XXI.
El drama deportivo Desafío a los gigantes (2006) multiplicó por cien su presupuesto de 100.000 dólares. En A prueba de fuego (2008) Kirk Cameron interpretaba a un bombero que atraviesa un divorcio pero salva su matrimonio aferrándose a la fe y sus 33 millones de dólares la coronaron como la película independiente más exitosa de su año (costó medio millón). La fuerza del honor (2011), sobre cuatro policías que encuentran en la religión el mejor sistema de valores para ejercer su profesión, multiplicó por 17 su presupuesto de 2 millones. En 2015 Un lugar donde rezar se convirtió en la película más rentable del año gracias a sus 73 millones de dólares recaudados frente a los 3 millones que costó producirla. Para poner estos éxitos en perspectiva, la película más taquillera de 2017 (La bella y la bestia) ha recuperado poco más del triple de su presupueso.
Al igual que hizo con otros cultos populares como los cómics o el cine de serie B, Hollywood se pasó décadas ignorando (y ridiculizando) el cine cristiano hasta que vio que podía hacer dinero con él. Además de baratas, las películas religiosas resultan automáticamente rentables porque comunidades parroquiales enteras fletan autocares para ir a verlas, asociaciones como "La familia americana" o "Madres preocupadas de América" le otorgan su sello de aprobación, los predicadores las recomiendan desde sus púlpitos y los feligreses hablan sobre ellas durante las reuniones de oración. Según Los Ángeles Timesel 17% de los espectadores estadounidenses eligen qué película ver en base a sus creencias y ese 17% es un público minoritario pero fiel y agradecido: desean sentarse en una sala de cine con la certeza de que sus valores cristianos no serán cuestionados, intoxicados o parodiados, sino reforzados. Saben perfectamente qué película van a ver y por eso han pagado la entrada.

Esta endogamia cultural (no son películas para convencer a espectadores laicos, sino para acurrucar la fe de los ya creyentes) ha hecho que la industria del cine cristiano crezca colosalmente sin que el gran público se entere de este fenómeno. Es como un universo alternativo que se parece a Hollywood, pero en el que nadie dice tacos: protagonizadas por actores que parecía que iban a ser estrellas hace 15 años (Hayden Christiansen, Kate Bosworth, Sean Astin o Jennifer Garner, que arrasó con Los milagros del cielo), las películas cristianas apelan a todos los géneros que triunfan en el cine aconfesional. Para muestra, aquí van algunos ejemplos:

90 MINUTOS EN EL CIELO

Hayden Christiansen visita el cielo durante los 90 minutos en los que es declarado fallecido tras un accidente de tráfico.

GOD'S NOT DEAD

Kevin Sorbo, el Hércules televisivo, interpreta a un profesor universitario de filosofía ateo que obliga a sus alumnos a escribir un ensayo sobre la muerte de Dios, pero verá su ausencia de fe cuestionada por un alumno que se empeña en contradecir su propuesta.

DEJADO ATRÁS

Un blockbuster, el más caro del cine cristiano en su momento, en el que Kirk Cameron es un piloto que en pleno vuelo debe salvar al mundo del Apocalipsis.

LA HIJA DEL PREDICADOR

Comedia romántica en la que Letoya Luckett (una de las Destiny's Child originales) deja atrás su vida rural y cristiana para perseguir su sueño de triunfar como cantante, solo para entender que su felicidad no depende de la fama sino de su fe y de su hogar.

CARTAS A DIOS

Un cartero llamado Brady McDaniels deberá decidir qué hacer con las cartas que un niño de 8 años, Tyler Doherty, escribe para a Dios. Tyler tiene cáncer.

PARA SALVAR UNA VIDA

Una comedia adolescente sobre cómo los chavales consiguen encontrar a Dios a pesar de sus problemas en la escuela, las fiestas y la revolución hormonal que les tienta a mantener relaciones sexuales.

EL CIELO ES REAL

Greg Kinnear es un hombre cínico cuyo hijo de cuatro años despierta de una operación asegurando que ha estado en el cielo y se ha sentado en el regazo de Jesucristo.

DO YOU BELIEVE?

Doce historias cruzadas sobre gente que encuentra la fe en medio del caos de la vida moderna, interpretadas por Sean Astin, Mira Sorvino o Cybill Shepherd.
Todas estas películas han dado beneficios, en algunos casos enormes: God's Not Dead recaudó 63 millones ante un presupuesto de dos y ha generado una secuela, God's Not Dead 2, en la que Melissa Joan Hart (Sabrina, cosas de brujas) interpreta a una maestra cristiana que lleva a su escuela a juicio porque considera que se está expulsando a Dios de las aulas. La industria del cine cristiano, por tanto, funciona como un espejo de la industria de Hollywood. No solo genera sus propias estrellas y secuelas sino que produce remakes (Dejado atrás contó con un reboot, Los olvidados, en el que Nicolas Cage recreaba el personaje de Kirk Cameron) e incluso contraprograma los estrenos más paganos y perniciosos: Old Fashioned cuenta la historia de Amber Hewson, una joven inquieta que se siente sorprendentemente atraída por las ideas nobles y la fe cristiana de Clay Walsh, un tipo que renunció a su vida juerguista para instalarse en una pequeña ciudad del Medio Oeste y dar lecciones sobre la fe y el amor romántico que ya no se lleva. Amber se adentrará en la vida cristiana, totalmente nueva e intrigante para ella, de la mano de Clay. ¿Te suena esta premisa? Así es. Old Fashioned se estrenó el mismo fin de semana que 50 sombras de Grey.
Diversas escuelas de cine están impartiendo cursos para jóvenes cineastas que aspiran a dirigir películas pero sin traicionar su fe, y el fenómeno está virando hacia el cine político: Accidental Activist, sobre un hombre al que su comunidad margina porque ha iniciado una petición de firmas contra el matrimonio homosexual; Sarah's Choice, la historia de una exitosa ejecutiva que se debate entre su carrera y continuar con un embarazo no deseado; y A Matter Of Faith, sobre una estudiante universitaria que cuestiona el temario de su profesor de biología en torno a las teorías de la evolución de la especie. Estas tres películas van más allá del "relato sobre una persona que encuentra en el cristianismo un sistema de valores y una terapia emocional" y se posicionan explícitamente en conflictos políticos. Todas han fracasado en taquilla.
El cine cristiano cada día se parece más al cine laico. Hasta tiene su propio Netflix (ParablesTV, PureFlix) y sus propias campañas viralesGod's Not Dead pedía, mediante un rótulo al final, que los espectadores enviasen mensajes con el título de la película en whatsapps, e-mails y demás redes sociales, y Los milagros del cielo invitaba a la gente a que compartiese en Facebook fotografías con sus seres queridos enfermos de cáncer y el hashtag de la película. Los líderes cristianos, por su parte, están empezando a quejarse de que los departamentos de márketing les bombardeen con e-mails y llamadas buscando su apoyo promocional. Los pastores consideran que Dios proveerá pero Hollywood insiste en que, a veces, incluso a Dios le hace falta un empujoncito.



* Juan Sanguino es periodista especializado en cine

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lunes, 30 de octubre de 2017

Noviembre Flamenco

Autoras/es: Facultad de Ciencias Económicas U.B.A.
(Fecha original del artículo: Octubre 2017)
Los Viernes de Noviembre en El Sabato Espacio Cultural de Económicas UBA (Uriburu 763-subsuelo- CABA) se presenta el ciclo “NOVIEMBRE FLAMENCO” que reúne a más de 20 artistas en las distintas fechas del ciclo.
Bajo la idea y curaduria de Mariana Astutti, el ciclo busca ser un Estímulo para jóvenes bailaores que busquen apoyo y seguimiento en la creación de trabajos escénicos que problematicen sobre las posibilidades de hacer flamenco en este territorio.
SOBRE EL CICLO:

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lunes, 25 de septiembre de 2017

Para leer al Pato Donald

Autoras/es: Ariel Dorfman y Armand Mattelart
Para leer al Pato Donald  es un libro clave de la literatura política de los años '70.
Es un ensayo -o "manual de descolonización"- tal como lo describen sus autores, los intelectuales chileno Ariel Dorfman(1) y belga Armand Mattelart(2) que analiza desde un punto de vista marxista la literatura de masas.
Concretamente, sobre las historietas cómicas publicadas por Walt Disney para el mercado latinoamericano.
Su tesis principal es que las historietas de la industria Disney no solo serían un reflejo de la ideología capitalista dominante, sino que, además, sus guionistas y dibujantes serían cómplices activos y conscientes de la tarea de mantenimiento y difusión de esa ideología.
El libro consta de un prólogo escrito por Héctor Schmucler(3), e introducción y prólogo de los autores. El análisis de las historietas en sí se desarrolla a lo largo de seis capítulos, a los que siguen un capítulo de conclusiones, y anexo de publicaciones analizadas.
Leer libro completo [PDF], a continuación...
(Fecha original de la obra: 1972)
 

NOTAS:

(1) Vladimiro Ariel Dorfman Zelicovich (Buenos Aires, Argentina, 6 de mayo, 1942) es un escritor —cuentista, dramaturgo, ensayista, novelista y poeta— y activista de los derechos humanos argentino-chileno-estadounidense.
Ha enseñado literatura iberoamericana en las universidades de Chile, en la de Ámsterdam, en La Sorbona (París IV), en la de California, Berkeley y en la de Maryland. Desde 1985, es profesor de Estudios latinoamericanos en la de Duke e investigador en otras casas de estudio de Estados Unidos.

(2) Armand Mattelart (Bélgica8 de enero de 1936) es un renombrado sociólogo. Co-dirigió la película La Espiral (1976).

(3) Héctor Naúm Schmucler (Entre Ríos18 de julio de 1931) es un sociólogo y semiólogo argentino.

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